
Su inclinación por la música le
viene por parte de su padre, quien era músico y le inculcó esa vocación a él y
sus otros 7 hermanos, de hecho, fue él quien les dio sus primeras lecciones de
música a sus hijos; su madre también era músico, tocaba el piano.
Sus inicios se remontan al año
1944, cuando fue primer trompeta de la Banda del Distrito, en el año 1946 fue
músico fundador de la orquesta Angelita de la Voz del Yuna, en 1949 viaja a
Venezuela donde duró 3 años, allí duró un año tocando para la orquesta de
Rafael Minaya, luego pasó a formar parte de la afamada orquesta de Aldemaro
Romero, regresó al país en el año 1952, con todo un mundo de jazz en su cabeza
y cargado de una gran cantidad de discos de ese género, los cuales compartió
con sus colegas músicos, para introducirlos en ese mundo musical, al año de
haber llegado aquí recibió una oferta para tocar con la orquesta de Machito en
NY, durando allí 4 años, de regreso al país, lo contratan en la Voz Dominicana
para dirigir la orquesta del maestro Cerón, siendo esta su primera experiencia
en la dirección orquestal, en el año 1960 vuelve a Venezuela contratado para tocar
con la orquesta de Luis Alfonso Larraín, en 1962, regresa a RD contratado por
el maestro cubano Agustín Mercier para tocar en el hotel Jaragua, luego forma
su orquesta Santo Domingo, en 1965 pasa a ser 1er. trompeta de la Orquesta
Sinfónica Nacional, en 1967 parte otra vez para NY y llegando ese mismo día se
une a la orquesta del maestro Tito Puente, con él viajó a Japón, Hawái,
Filipinas, Hong Kong, entre otros países.


Sin lugar a dudas, fue un gran
ejecutor de la trompeta, considerado uno de los mejores que ha tenido américa
latina; como arreglista, como hemos visto, era uno de los preferidos por los
grandes de los ritmos latinos y como director de orquesta, también vimos que
fue uno de los grandes.

“Pero, con todo y el chiste,
Héctor de León ¡descuidado!, nunca asistió a la cita: ¡Grave error!”
La canción en cuestión, a la que
hace referencia el maestro Solano, es precisamente este tema que compartimos
con ustedes, en donde podrán distinguir una pieza hermosa de jazz puro, con la
única variante, la cual le da un sabor criollo: la tambora y la güira, con la
que el gran Héctor de León la convirtió en merengue. Esta pieza se titula “El
Mecenas Dominicano”.