Theodore Chasseriau, Autorretrato |
En el primer cuarto del siglo XIX la provincia de
Samaná fue cuna de uno de los más famosos pintores de aquella época. Ese pintor
dominicano, nacido en el caserío samanés de El Limón, fue Teodoro Chasseriau.
A fines del mismo siglo XIX se decía desde París que “The
Chasseriau es sin disputa el artista más grande que queda entre nosotros (en Francia)
entre los olvidados de la historia del Arte". Esto le expresaba Ary Renan en
febrero de 1898.
Theodoro Chasseriau, hijo del francés Benito Chasseriau
y de la dominicana Magdalena Couret de la Blagniere, nació en el litoral samanés
el 20 de septiembre de 1819.
Su madre, nacida en Samaná en 1791, fue hija de un rico propietario francés.
DOMINICANO EMINENTE
Chasseriau es sin lugar a dudas el más notable de los
grandes dominicanos desconocidos. Es a la vez el más célebre hijo de Samaná.
En su arte Chasseriau descolló universalmente. Fue
discípulo predilecto de Dominique Ingres. Este maestro lo llamaba el Napoleón de la Pintura. Así lo proclamó Ingres cuando
su aventajado discípulo tenía apenas diez años.
La obra
del ilustre dominicano desconocido fue elogiada igualmente por críticos tan
notables como Teófilo Gaulier y Paúl de Saint Víctor.
De ser cierto su nacimiento en 1819, Teodoro
solamente tenía 13 años de edad cuando presentó en 1832 la ruidosa
exposición de sus obras. Se trata de la exposición que, según el doctor Pedro Henríquez Ureña, lo consagró artísticamente
como una de las grandes figuras del siglo XIX.
Refiere el licenciado Emilio Rodríguez Demorizi, con orgullo
de samanés, que entre, las más famosas pinturas de su comprovinciano Chasseriau
se cuentan los retratos de su madre, de sus dos hermanas y de
Lacordaire. Además el autorretrato del autor y los cuadros de Venus, Tepidiarium
y Susana en el baño. Algunas de estas obras se conservan en el Museo del Louvre
EXPLICABLE DESCONOCIMIENTO
El desconocimiento de Chasseriau se explica en el hecho
de que a los dos años de nacido fue llevado a Francia por su madre. Es e1 caso
contrario de dominicanos nacidos en el extranjero y traídos aquí por sus padres. Por ello
Arturo B. Pellerano Castro (Byron), nacido en Curazao, es más conocido entre nosotros
que Chasseriau.
Las dos hermanas |
Por suerte para el insigne artista dominicano nacido en
Samaná, hay un conspicuo samanés que lo ha rescatado del olvido. Ese samanés, nativo
del municipio de Sánchez, es Rodríguez Demorizi, quien en sus obras Samaná, pasado
y porvenir
y Pintura y escultura en Santo Domingo -y sobre todo en esta última monografía-
inserta abundante material biográfico acerca del ilustre personaje. Entre el
material transcurrido por Rodríguez Demorizi está el juicio de Volbert Chevillard.
Apunta este autor que “la gracia de su infancia precoz, (de Chasseriau) la altivez
de su carácter, la elegancia mundana de su persona, la brillante distinción de su
espíritu, la altura de sus ideales y sus luchas por alcanzarlos, la riqueza y el
sabor original de su obra, hasta su fin, brutal, en plena vida, en el momento mismo
en que arrancaba a la gloria, entre lngres y Delacroix, el laurel tan largo tiempo
disputado, todo en él despertaba la simpatía, excitaba el interés, seducía la
imaginación”. Agrega Chevillard que “en el grupo desigual de los pintores que han
ilustrado esta época atormentada”, Chasseriau representa al aristócrata, al
gentilhombre del arte.
Concluye afirmando que Chasseriau era como uno de esos
artistas del Renacimiento ennoblecidos por el genio, que realizaban obras
maestras inmortales al par que vivían la existencia magnífica y refinada de los
grandes señores italianos, celosos de sí como de sus amantes".
DOTES MARAVILLOSAS
Hablando acerca de la “morbidez criolla de Chasseriau”,
Paúl Guinard anota que “este criollo de dotes maravillosas, después de varios éxitos
precoces bajo el signo de lngres, se aparta de la senda de este maestro en Roma,
ciudad que aparece ante él como un sepulcro; en cambio, un viaje a África
exalta su sentido del color, y lo empuja hacia Delacroix”. Continúa explicando Guinard
que Chasseriau muere a los 37 años, “antes de haber encontrado su equilibrio”,
y recalca que su muerte es “una pérdida irreparable para el arte francés”.
Para Teófilo Gautier, Chasseriau es “un indio que ha hecho
sus estudios en Grecia”.
En la selección de Cien Obras Maestras del Museo del Louvre,
del profesor René Huyghe, puede leerse que “entre esos dos adversarios inconciliables
en que se enfrentan todas las fuerza nuevas del romanticismo y las declinantes del
clasicismo, se tiende sin embargo un puente, el de Chasseriau, discípulo predilecto
de lngres”. Añade Huyghe que “el retrato más bello del Siglo” es el óleo
maravilloso de las dos hermanas, obra de Chasseriau.
Otras enaltecedoras menciones acerca del genial
artista sarnanés pueden verse en Historia del Arte Moderno, por Elie Faure, y Un
Siglo de evolución artística, por Wilhel Hauseinstein.
Su muerte ocurre el 8 de octubre del 1856 en París a
causa de afecciones de salud, ocasionadas por el cúmulo de trabajos en el que
se involucró. (Fuente: Revista Ahora No. 544, año 1974)
Dejamos un video donde se muestra el amplio legado de su trabajo:
Bien
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