El domingo 26 de enero
del año 1976 muere el maestro Luis Felipe Alberti Mieses, músico y director de
orquesta a quienes le debemos mucho en el género del merengue, ya que es él
quien vuelve a introducir el merengue en toda su
amplitud en los salones de las altas sociedades a través de su orquesta Liras
del Yaque, en Santiago de los Caballeros, la cual a partir de 1932 pasa a
llamarse Orq. Presidente Trujillo, luego en 1942 Orq. Generalísimo en San
Cristobal; es importante explicar, que esta orquesta ya existía para
cuando el maestro Alberti y cuatro de sus músicos: Arcadio –Pipí- Franco,
Federico –Tapacán- Colón, hermano de Rafael Colón, Esteban Vázquez y Brunito
García; llegan a vivir a esa ciudad. Ese grupo estaba dirigido por Pedro Pérez
y Manolo Pérez; sin embargo, por instrucciones de Trujillo, estos le cedieron
la dirección de la orquesta al maestro Luis Alberti, a lo cual accedieron,
quizás no gustosos, ya que al poco tiempo de este cambio, estos forman su
orquesta llamada Los Hermanos Pérez, de la cual su primer cantante fue Rafael
Martínez; luego de un año posterior, se integraron a este grupo parte de los
que habían quedado en Santiago de los Caballeros. Entonces, ya para la caída de
la dictadura en 1961, la orquesta pasa a llamarse Orq. Santa Cecilia. Podemos
decir con toda seguridad que esta orquesta es la de más larga existencia en
nuestro país, ya que todavía hoy en día está activa, bajo la dirección del
maestro y multiinstrumentista (violinista, saxofonista, entre otros) Jesús
Abreu. Durante todo el desarrollo de esta orquesta, solamente ha tenido tres
directores: el maestro Luis Alberti, desde su inicio hasta el 1959 por asuntos
de salud, luego el maestro de la trompeta Goyo Rivas, hasta 1973 y a partir de
entonces el referido maestro Abreu, hasta la fecha. La orquesta de Alberti
estuvo amenizando durante diez años el hotel Jaragua, desde 1944 hasta 1954.
Alberti quien fue
primer violín de la naciente Orquesta Sinfónica Nacional en 1932, ha compuesto
innumerables merengues (Desguañangue, Sancocho Prieto, Cretona, Al Hotel
Jaragua, Bicentenario, La Piña, El Café de mi Quisqueya, Dolorita, Calente,
Leña, Contigo, Etc.), boleros (Luna sobre el Jaragua, Anhelos, Mamita Mía,
etc.), canciones infantiles, música del tipo culta, en fin, una obra musical
invaluable.
Este maestro de la
canción nuestra, llega al mundo el día 19 de abril del año 1906, en la
provincia de La Vega Real, fruto de la unión del doctor en medicina, antropólogo
y geólogo (pionero en este oficio), Narciso Alberti Bosch y la profesora de
piano y solfeo María de la O Mieses. A los 7 años de edad tocaba los palitos y
redoblantes en la banda municipal de La Vega, pero es cuando su familia se muda
a la provincia de Valverde Mao que estudia de manera formal música con el
maestro Emilio Arté, pasando luego a residir a Santiago de los Caballeros, para
perfeccionar sus estudios de violín con el maestro Don Chencho Sánchez. Su
primer trabajo como músico fue como miembro de la orquesta que amenizaba los
teatros Ideal y Colón de Santiago, hasta que en 1928 llega el cine sonoro y ya
sus servicios no eran necesarios. Eso hizo que formara su 1ra. orquesta llamada
Jazz-Band Alberti.
Este gran maestro
nuestro también nos ha escrito libros sobre nuestra música y tiene inclusive, el
primer método de tambora y güira que se ha escrito, publicado en 1973. El otro
método que hay lo escribió Miquea Guaba en 1995 y lo tituló “Aprendamos a tocar
tambora”.

Cuando decimos que el
maestro Alberti es quien reintroduce el merengue
a los salones de las altas sociedades en toda su amplitud, nos referimos a que
él lo hizo con los componentes propios que llevaba el merengue, Tambora y
Güira, y un acordeón piano, que era diferente al diatónico que utilizaban en
los tríos de Perico Ripiao; ya que antes que él, el merengue había sido vuelto a llevar a los salones por uno de los padres
del merengue, Juan Bautista Espínola, pero sin el acordeón ni la tambora, para
evitar que fuese rechazado, por lo que era un merengue diferente. Sin embargo,
nuestro Alberti, lo hace con sus instrumentos propios y para esto compone un
merengue, que luego se convertiría en el merengue más famoso y grabado de todos
los tiempos, Compadre Pedro Juan. Aclaramos también que
cuando decimos que tanto Espínola como Alberti reintroducen el merengue a los
salones de bailes de sociedad, es porque éste ya estuvo dentro de estos
círculos desde mediados de siglo XIX, ya que la revista literaria El Oasis
atacaba el merengue desde finales de 1854 en adelante, entonces, colegimos que
si esa prestigiosa revista de la intelectualidad de la época se tomaba tiempo
para agredirlo, era porque ese ritmo musical estaba metido de lleno en los
salones de las altas sociedades; además, hay registros de que para época de
Lilís (1882-1899), éste participaba en fiestas en donde se tocaba merengue.
También, se sabe de reseñas sociales, en donde se habla de que Martí bailó el
famoso Juan Gomero en su último viaje a nuestro país para 1894.
El merengue Compadre
Pedro Juan, es el fruto de un estilo de merengue presentado por Francisco –Pancho-
García a Alberti, Julio Alberto Hernández, y otros que estaban interesados en
hacer del merengue un ritmo acabado con miras a ser bailado en todo tipo de
baile, este patrón musical de merengue que García le presentó a sus colegas,
fue a través de su merengue llamado Ecos del Cibao, y les dijo que ese tipo de
merengue debía ser el que se adoptara para que sea tocado por todos ellos y tanto
Julio Alberto Hernández y Alberti lo entendieron así, Hernández con su primer
merengue de ese tipo el cual nombró Querer, querer y querer; y Alberti con su
Compadre Pedro Juan. En este merengue, encontramos algo que con el tiempo fue
sacado del merengue, y es los tres componentes de nuestro género, paseo,
merengue o copla y jaleo; en donde el paseo es la introducción de la canción,
que se hacía para dar tiempo a las parejas de llegar a la pista de baile, la
copla o merengue, es la parte de los versos cantados por el solista y el jaleo
es la parte del coro y en donde se despliega la parte musical. Como dijimos,
con el tiempo al merengue solo le quedó la copla y el jaleo. Sin embargo,
Alberti trató de mantener ese estilo a lo largo de su larga carrera.
Es en el año de 1936
cuando a través de la emisora radial H. l. 9 B., de Santiago de los Caballeros,
propiedad de Morito Sánchez, de la cual Luís Alberti era director artístico y
mantenía un muy escuchado programa amenizado por su orquesta, cuando se estrena
el más divulgado y popular merengue en toda nuestra historia "Compadre
Pedro Juan".
El maestro Alberti era
bastante exigente con el merengue y su estructura, por lo que nunca quiso
incursionar en el mambo dentro de sus merengues, es decir, el despliegue
protagónico de los saxofones, manteniendo el floreo de las trompetas, siendo su
mayor exponente el gran trompetista Goyo Rivas, de quien muchos copiaron su
estilo.
Compadre Pedro Juan
fue estrenado por primera vez en el extranjero en el año 1938 por nuestro gran
Eduardo Brito en Cuba, aunque él nunca lo grabó, hasta donde tenemos conocido.
Otro dato interesante
sobre nuestro maestro, es que también se negó a incluir en su orquesta la conga
o tumbadora, entendiendo que eso desnaturalizaba el merengue. La tumbadora es
introducida en las orquestas a mediados de los 50 por la Súper Orquesta San
José, dirigida en ese momento por el cubano Julio Gutiérrez, siendo él el
responsable de introducir ese instrumento en el merengue, aunque hay otras
versiones que dicen que el que la introdujo fue el maestro Papa Molina cuando
dirigió esa orquesta.
Algo curioso sobre
nuestro autor del Compadre Pedro Juan, es que al ser él y su orquesta, la
preferida de Trujillo y de hecho la que lo acompañaba en la mayoría de
actividades, se daba un inconveniente con los pianos, que en algunos clubes
eran de buenas condiciones, pero en otros casos estaban en muy mal estado, por
lo que él para no quedar mal con el Jefe, llevaba siempre un piano pequeño,
pero que sonaba bastante bien.
Volviendo a Compadre
Pedro Juan, en un dato que obtuvimos en una famosa revista dominicana, decía que
en 1972, se hicieron por lo menos 32 versiones de Compadre Pedro Juan en el
extranjero.
Alberti en su libro De
música y orquestas bailables dominicanas afirma lo siguiente: «El merengue
tocado como lo interpretamos los músicos de academias es muy distinto al que
ejecutan los músicos típicos. Como somos dominicanos, interpretamos el merengue
con bastante sabor criollo, pero nos falta una salazón a la cual todavía no le
hemos descubierto el punto». Con esto lo que quiso decir el maestro Alberti, es
que la gracia natural de los músicos populares o típicos, no se aprende en
academia, sino que es algo in nato.
El merengue Compadre
Pedro Juan fue grabado por primera vez a principio de la década del 1940 por la
orquesta Generalísimo de Luis Alberti con voz de Arcadio “Pipí” Franco. Eso
ocurrió cuando estuvo en el país el famoso director de orquesta de fama mundial
Leopoldo Stokowisky, quien vino con su orquesta en el trasatlántico Argentina,
que tenía un estudio de grabación y eligió a Arberti y su grupo para hacer unas
grabaciones, esto constituyó un hito para la grabación en república dominicana,
ya que fue de las pocas que hasta la fecha se habían realizado aquí, estas
grabaciones fueron compuesta por merengues y boleros, en donde Franco era el cantante
de merengues y Buenaventura Buisán el de boleros y le valió un contrato a
Alberti con la Columbia.
A mediados de los 70
había un organista llamado Toby Wright, que amenizaba con un órgano los juegos
de pelota en el Yankee Stadum y un día el periodista dominicano Tirso A. Valdez
se sorprendió cuando en un entre inning escuchó el merengue Compadre Pedro Juan
ejecutado en el órgano de ese músico que nunca había visitado RD. El periodista
tuvo la oportunidad de conocerlo y el músico le dijo que aprendió a tocarlo al
igual que otros merengues, cuando trabajaba en un barco como músico, en ese
barco tocaban varios ritmos llamándole particularmente la atención el merengue
y de manera especial el Compadre Pedro Juan.
A propósito de estadio
y pelota. “En 1937 (primer año que el equipo de Santiago jugó bajo el nombre
“Águilas Cibaeñas”), en el Enriquillo Park de Santiago, se inició la costumbre
de amenizar los juegos con orquestas y conjuntos; pues, a la ciudad santiaguera
le tocó contar con la mejor orquesta dominicana de su generación, la Orquesta
General Trujillo, de nuestro Luís Alberti. A partir de la séptima entrada del
equipo del Cibao, la orquesta entraba con el merengue Compadre Pedro Juan,
considerado a la sazón como el himno de las Águilas.
Y eso fue así hasta
que un día, en un juego entre Águilas y Dragones de Ciudad Trujillo (fusión de
Escogido y Licey), a la altura del séptimo episodio, perdía el equipo del Cibao
2-1 y la orquesta estaba tocando una suave danza, cuando sorpresivamente las
Águilas batearon jonrones consecutivos del receptor Spahn y el -Jabao- Palmer,
para virar el marcador 3-2. Ese fue el momento seleccionado por el -Pinto-
Santos y su bocina para vociferar, es decir, el animador: “¡qué danza ni danza,
toquen el merengue Leña, que eso es lo que le estamos dando a los capitaleños’,
siendo complacido por el maestro Alberti y su orquesta!”.
Entendemos necesario
hacer esta cruel anécdota sobre la carrera de Alberti, para que se vea que no
todo era color de rosa para el artista de cabecera de Trujillo. Una vez en una
fiesta de cumpleaños de uno de los Trujillo, Rubirosa le pide a la orquesta de
Alberti que tocara un tema, pero ese tema era muy pasado de moda, por lo que el
maestro le dice con bastante sutileza a Rubirosa que no lo tenían montado, pero
que para la próxima fiesta, lo tendrían listo para tocárselo, el “maipiolo” de
Ramfis, aparentemente lo aceptó medio a regañadientes. Sin embargo, cuando la
fiesta estuvo en el clímax, los tragos en sus buenas, en fin…, cuando terminan
de tocar una canción de loas a Trujillo, uno de los agüizotes de Ramfis, abraza
a Rafael Colón, cantante de la orquesta, y se lo lleva discretamente, cuando
uno de los músicos Pedro Tejeda, que era trombonista se da cuenta de la acción
y se dirige a donde fueron, y ¡Cuál fue su sorpresa! Al ver que estaban
golpeando a la Espíga de Ebano (como se le decía a ese gran cantante
dominicano, Rafael Colón) y de inmediato se dirigió hacia donde don Luis y lo
pone al tanto, el maestro fue al lugar y el guardia que estaba golpeando a
Colón le apuntó con su pistola diciéndole: “Luis, tu y yo somos amigos, pero yo
por Ramfis, hasta a mi padre mato”. Se armó una situación con los músicos y al
final pudieron sacar a Colón y hacer que el chofer del vehículo de los músicos
se lo llevara para San Cristobal ráudo y veloz. Al rato interrogan a los
músicos sobre el paradero de Colón y nadie dice nada y Rubirosa los saca al
patio y los pone contra una pared y viene un grupo de guardias en actitud de
como quien va a fusilarlos y les comienza a hablar de lealtad y a amenazarlos.
Luego los obliga a seguir tocando. Al otro día mandan a buscar a Colón y al
trombonista, pero este último Pedro Tejeda, salió con un machete y dijo que si
lo iban a matar, que lo hicieran en su casa, pero ese no era el plan, lo que
hicieron fue pedirle disculpas a Rafael Colón y le dieron 500 pesos. Eso y
otros hechos de esa magnitud, hicieron que Luis Alberti sufriera de depresiones
y se le acrecentaran los problemas de diabetes del cual sufría, incluso, eso
aceleró su salida del grupo tan temprano como lo hizo en 1959.
Compadre Pedro Juan tiene más de 110 grabaciones diferentes, ya que
contamos en nuestra colección con un número así de versiones, entre estas hay
de artistas que nada tuvieron que ver con el merengue, como es el caso de Vitín
Avilés, Libertad Lamarque, orquestas sinfónicas, coros, etc. Este merengue no
es necesariamente un gran merengue, sin embargo, ha calado como pocas canciones
rítmicas lo han hecho en el caribe y es que así es que son los caprichos de la
música; no necesariamente tiene que ser un gran tema para calar en el gusto
popular, sin embargo, el maestro Luis Alberti Mieses si fue grande con su
música y su interés de conservar nuestro merengue sin alteraciones y sin
embargo, éste ahora ni siquiera se mantiene vivo dentro de nuestra juventud de
hoy, tal como lo predijo en su libro el maestro.